"Sin intención de despertar, ni posibilidad alguna, saboreo a todas luces la gran historia surrealista: el sueño eterno. Mi muerte terrenal ha acontecido hace unos segundos. Ahora mismo recogen mi cadaver del fondo de una piscina [...]"
"Recordé la secuencia de Sunset Boulevard donde Joe Grills, el personaje que interpreta William Holden, se adentra de casualidad en la mansión de Norma Desmond por primera vez. Una casa mal conservada transmite un aire desangelado. En esta además se imponía un aire robusto. Era como la decadente dama folclórica queriendo imponerse al paso de los años. Una Sara Montiel octogenaria, enfundada en un excéntrico vestido, posando para las cámaras a lo gran estrella sin percatarse de que el mundo del espectáculo ya la abandonó".
"Echaba en falta un abrazo espontáneo en mitad de la madrugada. En mi demencia embutí el alma en un traje de explorador para encontrar cierta paz. Pez en patronaje, registré mis datos en páginas de todo tipo. Es un contexto sorprendente el de las relaciones a través de Internet, da lugar a un análisis de la población".
"A veces costaba distinguirnos en la oscuridad nocturna, y así casi sin quererlo pasamos a ser un monstruo de dos cabezas; un fénix bicéfalo. Clara/Saúl se encargaba de contonear su bipolaridad allá donde iba. Los nuevos Spencer Tracy y Katherine Hepburn, o como a mí me gustaba imaginar, la versión ibérica de Iggy Pop y David Bowie".
"Aparecieron millones de cargas eléctricas sobre mi reposada piel. Los vellos se me pusieron de punta cuando Abril pronunció su nombre. Respirándonos aún los resuellos violentos que dejaron un rastro de color merodeando mis labios".
"Al día siguiente, un periodista invitado al evento nupcial escribiría sobre mí en un referente digital: Parecía perdido en un desierto baldío. Su ambición era muy larga para una vida tan corta".
"Sólo faltaba una secuencia para recordar. ¡Elegiría a Fellini! Querría al genio de Rimini para encaminar los planos mágicos que traspasaran el tiempo y quedasen encerrados en mi alma por siempre. Tarde para eso, así que deberíamos improvisar".
"Alcé los ojos al techo de la habitación. De vuelta a mi mundo. Sobre mi cara runruneaba un inquieto mosquito. Acabé con él de un manotazo contra mi mejilla. Eché de menos la consentida agresión sexual. Cerré los ojos".
"Compareció cubierta de un aura sumido en la tortura. Iba en consonancia con las honras fúnebres. Los rasgos de la pérdida de alguien querido desafían cualquier ensayo del sufrimiento. De golpe la acosaban diez años más de vejez empedernida. Un halo enmascaraba las vigorosas facciones de su cara. Desde aquellos días primaverales en La Baballa, Alias, el mundo y yo habíamos cambiado"
"Esa noche anduve largamente por el centro de Sevilla. Vi a muchos toreros, periodistas, fotógrafos y escritores que estaban borrachos, como enloquecidos, vagabundeando sin retorno. Amigos suyos quizás, espejismos de mi mente tal vez".
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